Cuando tenía cinco años todos los días iba a visitar a mis abuelos, era agradable, pues siempre me daban alguna golosina y sobre todo mucho cariño.
Al calor del brasero mi abuelo me contaba sus historias. Ésta es una de ellas:
Hace muchos años, cuando mi abuelo era joven, en nuestro pueblo había un gran pinar. Una tarde de un día caluroso de verano, la gente trabajaba en las labores del campo, unos trillando en la era, otros beldando, otros acarreando las haces de trigo, en fin, cada uno con su tarea.
Sobre las siete de la tarde subió el alguacil a la torre a tocar las campanas, pero no era a fiesta, sino para anunciar a los cuatro vientos que había fuego en el pinar. "Fuego, fuego", gritaba el alguacil.
Toda la gente del pueblo dejó sus tareas y cogió todo tipo de herramientas reuniéndose en el centro del pueblo.
Juntos subieron al pinar, al llegar se sorprendieron de la grandeza del fuego, trabajaron duro para apagarlo, unos con hachas, otros con azadones, etc.
Los corzos y conejos corrían por todas partes sin saber a dónde ir.
Bien entrada la noche sofocaron el fuego y unas cuantas personas se quedaron a vigilar. Pero a la mañana siguiente revivió el fuego y esta vez con más fuerza. Tuvo que intervenir el ejército debido a sus grandes dimensiones.
Las consecuencias fueron muy malas ya que las familias que vivían de la madera o de la resina se quedaron sin trabajo.
Según mi abuelo, el incendio fue provocado. Él me enseñó a cuidar y a respetar la naturaleza.
Ésta es una de las aventuras del abuelo de Samuel Rey.
Samuel, que bonito cuento y que importante es cuidar nuestros bosques, ellos nos dan más de lo que nosotros les cuidamos.¡Felicidades!
ResponderEliminarCarmen
Gracias Carmen, tus felicitaciones me animan mucho.
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