Cuenta una leyenda que había una hermosa joven llamada Aracne. Era muy habilidosa en el arte de entretejer la lana porque ese talento era muy reconocido.
Las ninfas bajaban muchas veces hacia su morada para admirar sus trabajos y quedaban embelesadas por sus magníficos bordados.
En una ocasión la preguntaron si la diosa Atenea le había enseñado a trabajar la lana. Aracne se defendió como si la hubiesen insultado:
- ¡Nadie me ha enseñado el oficio! Si Atenea quiere venir a competir conmigo ¡que venga!
Atenea la escuchó, se disfrazó de anciana para acercarse sin despertar sopechas y le dijo suavemente:
- Acepta los consejos de esta anciana, puedes alcanzar la gloria con tu oficio, pero jamás podrás eclipsar a una diosa inmortal como Atenea.
Aracne se ofuscó aún más:
- ¡Que venga y teja! ¡Ya veremos quién gana!
Entonces, Atenea se quitó el disfraz, se sentó a su lado y comenzó a tejer, durante horas y sin descanso se dedicaron a trazar hermosos bordados.
Atenea hizo un magnífico trabajo, nada pudo decir del bordado maravilloso de Aracne.
La diosa despechada, destrozó en mil pedazos el trabajo de su competidora y ésta al no poder soportar esa humillación, intentó ahorcarse.
Atenea se compadeció de la joven, la salvó de la muerte, pero luego le dijo: - ¡Eres una desgraciada! No vas a morir, pero a partir de ahora, tu vida dependerá siempre de un hilo.
Aracne fue convertida en araña, desde entonces no cesa de tejer colgada de un hilo.
Sara, bonita leyenda, ¡Felicidades!
ResponderEliminarCarmen
Gracias mamá me alegra que te haya gustado.
ResponderEliminarAnimáis mucho.
Besos.