Os voy a contar una historia muy terrorífica. Era el día 31 de octubre de 1999 a las 10 de la noche. Un grupo de niños disfrazados de esqueletos, zombis, vampiros... con la típica calabaza casera a la que habían hecho aberturas en los ojos, en la boca y una vela encendida en su interior. Todos dispuestos a pasar una noche divertida, pero... cuando iban a entrar en una casa, una señora gritando les dijo:
- ¡Niños, niños, no entréis en esa casa que está embrujada! Si entráis, no podréis salir.
Pedro dijo a los demás:
- Eso es todo una mentira, esa señora lo que quiere es que no entremos.
Álvaro contestó:
- La señora igual tiene razón.
- ¿Qué vas a ser ahora, un gallina, Álvaro? - dijo Pedro.
- ¡Qué va! - respondió Álvaro.
Entonces llamaron a la puerta, tan tan... De repente la puerta se abrió, entraron y bumm, la puerta se cerró.
¡Ah, ah, ah...! Chillaron todos.
Pasado un rato se oyó la voz de un fantasma.
Mario preguntó en voz baja:
- ¿Quién hace ese ruido?
- Es Juan que está haciendo el tonto- contestó Álvaro.
Juan respondió:
- Yo no soy.
Álvaro dijo:
- ¿Quién es entonces?
- Soy yo, un fantasma - dijo una voz.
Como pasaba el tiempo y nadie venía se quedaron dormidos.
Al día siguiente, crac, crac, se abrió la puerta y un señor dijo:
- ¿Quiénes sois? ¿Qué hacéis?
- ¡Ah, ah, ah...! ¿Quién es usted?
- Soy el dueño y no deberíais estar aquí.
- ¿Por qué?- preguntaron.
Porque en esta casa se oyen unos ruidos que no sabemos de dónde vienen y os podéis asustar.
- ¡Adiós! - dijeron todos.
- Llevaos estos caramelos.
- ¡Niños, niños, no entréis en esa casa que está embrujada! Si entráis, no podréis salir.
Pedro dijo a los demás:
- Eso es todo una mentira, esa señora lo que quiere es que no entremos.
Álvaro contestó:
- La señora igual tiene razón.
- ¿Qué vas a ser ahora, un gallina, Álvaro? - dijo Pedro.
- ¡Qué va! - respondió Álvaro.
Entonces llamaron a la puerta, tan tan... De repente la puerta se abrió, entraron y bumm, la puerta se cerró.
¡Ah, ah, ah...! Chillaron todos.
Pasado un rato se oyó la voz de un fantasma.
Mario preguntó en voz baja:
- ¿Quién hace ese ruido?
- Es Juan que está haciendo el tonto- contestó Álvaro.
Juan respondió:
- Yo no soy.
Álvaro dijo:
- ¿Quién es entonces?
- Soy yo, un fantasma - dijo una voz.
Como pasaba el tiempo y nadie venía se quedaron dormidos.
Al día siguiente, crac, crac, se abrió la puerta y un señor dijo:
- ¿Quiénes sois? ¿Qué hacéis?
- ¡Ah, ah, ah...! ¿Quién es usted?
- Soy el dueño y no deberíais estar aquí.
- ¿Por qué?- preguntaron.
Porque en esta casa se oyen unos ruidos que no sabemos de dónde vienen y os podéis asustar.
- ¡Adiós! - dijeron todos.
- Llevaos estos caramelos.
Muchas gracias por seguir mi blog Julita. A mí me encantan los cuentos infantiles, me chifla escribir historias para los peques. Tengo la esperanza de que me publiquen alguno algún día... Estaré al tanto de las novedades de tu blog.
ResponderEliminarUn abrazo!!!
Eduardo:Que bonito cuento, con mucha imaginación .¡Felicidades!
ResponderEliminarCarmen