Dos hermanos estaban una tarde de verano tumbados a la orilla de un lago mirando al cielo. Cuando, de pronto, una extraña luz iluminó el cielo dejándolos paralizados.
Una especie de nave apareció delante de ellos. De ella salieron dos extraños seres y los dos hermanos se asustaron, pero no tanto por los alienígenas extraños, sino porque los alienígenas tenían la misma cara que ellos.
¡Eran gemelos!
Eran tan perfectos que hasta tenían la misma voz que ellos.
Subieron a los dos hermanos a la nave y los gemelos alienígenas fueron al colegio donde nadie notó el engaño; después fueron a casa de los hermanos y allí su madre sí que se dio cuenta porque los oyó en un idioma extraño que no parecía de la Tierra.
Los extraterrestres que se enteraron, hicieron el cambio enseguida.
Cuando los verdaderos hermanos volvieron a casa, contaron su asombrosa historia, pero nadie los creyó excepto su madre que los miraba y remiraba por si acaso.
Álex: Que bonito y cuanta imaginación. ¡Felicidades!
ResponderEliminarCarmen.