Era una tarde verano y no teníamos nada que hacer. Mi madre
dijo:
-¡Vámonos al parque de atracciones!
- ¡Vale! – dijimos.
Cuando llegamos nos montamos en muchas atracciones chulas.
En los coches de choque, en la montaña rusa, en algún tiovivo y al final, en la
noria.
La noria empezó a girar y a girar, hasta que me quedé
dormido. Entonces soñé que nuestra vagoneta salía lanzada y que podíamos volar
sobre todas las atracciones del parque. Luego sobrevolamos la ciudad,
recorriendo todas las calles y plazas. Al final mis padres me despertaron
cuando concluyó el viaje nos bajamos de la noria y nos compramos unos churros.
Diego Garcés
5º A
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