El cazador, la abuelita y Caperucita siempre iban juntos al colegio. Un día Caperucita pidió a su abuelita que le dejara ir sola a clase.
Al cazador y a la abuelita no les gustó mucho la idea. Finalmente accedieron.
La noche anterior había llovido y se formaron muchos charcos.
Caperucita no sabía cómo funcionaban los semáforos. Por esta razón, el cazador y la abuelita seguían de cerca a la niña. El primer susto llegó pronto. Un coche pasó veloz sobre un charco y puso a Caperucita perdida de agua sucia.
El semáforo estaba en rojo, Caperucita no lo vio. Por suerte estaban cerca el cazador y la abuelita y la cogieron antes de que empezara a cruzar.
Pasado el susto, la niña siguió caminando. Pasó al lado de la zapatería, de la carnicería y de la casa de su dentista.
Al llegar junto al quiosco tropezó con el lobo. La pequeña salió corriendo y el animal tras ella. El cazador y su abuela vieron sus apuros y fueron a ayudarla.
Cuando se acercaron el lobo llevaba en la boca uno de los zapatos de Caperucita. Pudieron recuperar el zapato antes de que el lobo se lo llevara. Sin embargo, el calcetín estaba chorreando de agua.
¡Vaya mañana!
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