domingo, 7 de junio de 2009

Caperucita caprichosa

Érase una tarde de primavera en la que los campos alegraban tapetes varios y cantaban los ruiseñores; entre canto y árbol nació una pequeña niña, de color sonrosado sus mejillas y su cabello sedoso como cortinas.
A los diez años ya podía dejarse el pelo largo y pintarse los labios de rojo carmín. Sus padres saturados de tanto pedir y de que si no lo conseguía, lloraba, decidieron enamorarla para que se fuera a vivir a otra casa lejana cuando fuera mayor, y casarla.
La niña caprichosa se volvió rosa como su vestido al ver a un chico guapo de cabellos dorados y ojos color pistacho. Tan enamorada estaba que una rosa roja y fresca le pidió para que la oliera; olía tan bien que el chico le dijo: - Oí rumores de que una muchacha alegre como tú me daría una rosa como rosa era su cara. Tú tienes la cara justo como yo la imaginaba.
La chica aún más sonrojada le preguntó entusiasmada: - ¡Ah, sí! ¿Quién fue? ¿Caprichosa yo? ¿Y encima rosa? Cuéntame pichón, que me va a estallar el corazón.
El chico con voz clara respondió: -¿No os gusta vuestra piel? Me dijeron que si formulaba un deseo junto a vos se cumpliría con razón. Mi deseo ya lo pedí y creo que lo sentí, pues vos misma sonrojada dijisteis en voz baja creyendo que no os escuchaba: ¡Ojalá mis padres me pudieran dar esto mismo que estoy viendo!
La muchacha le dijo: -¿Vos oísteis y pedisteis eso? ¡Qué vergüenza la mía ser tan caprichosa y bonita!
El muchacho le pidió la mano y ella respondió con un armonioso gesto que sí con todo corazón. Desde ese día no pidió nada más ni nada menos que estar siempre con el chico de cabellos dorados y ojos color pistacho.

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