Esto que os voy a contar sucedió hace no mucho tiempo en un país cuyo nombre no es identificado en ningún papel oficial porque no es muy grande y tampoco de mucha población, más bien es como una ciudad campestre y pequeña.
Algunos de sus pocos habitantes eran Elsa y sus padres; su padre trabaja en el campo no por dinero sino por la comida, cultivaba y cazaba, hacía las dos cosas según ella -genial de la muerte-.
Elsa era más conocida como Caperucita amarilla porque siempre vestía con una chaqueta de caperuza amarilla, con piel de león que la había hecho su madre hace ya algún tiempo. Tenía un hermano de unos treinta años con casa propia donde vivía él solo. El día anterior había caído enfermo y su madre le preparó algo rico de comer más algún medicamento.
La madre tenía que ir a la huerta con su marido y se lo dio a Caperucita. Nunca había ido sola porque el camino era un poco largo, pero no tenía pérdida ya que sólo tenía que cruzar el bosque en línea recta.
Iba tan feliz a casa de su hermano cuando un cazador le dijo:
-¡O me das eso o te mato! – dijo con el rifle en la mano.
-No, esto es para mi hermano, que ha caído muy enfermo – respondió con algo de miedo.
Cuando Caperucita estaba en una gran incógnita, como de milagro, apareció un lobo que le tiró el rifle y le dio un golpe que le dejó medio moribundo y huyó como pudo.
Caperucita se acercó al lobo, sin miedo le dio un beso y un poco de la comida que llevaba. Después se fue corriendo hacia la casa de su hermano, se lo contó todo y mientras se lo tomaba, se puso bien; dos horas tardaron en hacerle efecto los medicamentos, el tiempo que estuvo con su hermana.
Como ya se encontraba mejor y su hermana estaba muy asustada, la acompañó a casa y allí se lo contó a su madre que no salía de su asombro; el lobo iba muchos días a la casa a buscar la comida que su madre le dejaba a la puerta.
Desde entonces cada vez que Caperucita amarilla o alguno de su familia corría peligro, el lobo les salvaba.
Algunos de sus pocos habitantes eran Elsa y sus padres; su padre trabaja en el campo no por dinero sino por la comida, cultivaba y cazaba, hacía las dos cosas según ella -genial de la muerte-.
Elsa era más conocida como Caperucita amarilla porque siempre vestía con una chaqueta de caperuza amarilla, con piel de león que la había hecho su madre hace ya algún tiempo. Tenía un hermano de unos treinta años con casa propia donde vivía él solo. El día anterior había caído enfermo y su madre le preparó algo rico de comer más algún medicamento.
La madre tenía que ir a la huerta con su marido y se lo dio a Caperucita. Nunca había ido sola porque el camino era un poco largo, pero no tenía pérdida ya que sólo tenía que cruzar el bosque en línea recta.
Iba tan feliz a casa de su hermano cuando un cazador le dijo:
-¡O me das eso o te mato! – dijo con el rifle en la mano.
-No, esto es para mi hermano, que ha caído muy enfermo – respondió con algo de miedo.
Cuando Caperucita estaba en una gran incógnita, como de milagro, apareció un lobo que le tiró el rifle y le dio un golpe que le dejó medio moribundo y huyó como pudo.
Caperucita se acercó al lobo, sin miedo le dio un beso y un poco de la comida que llevaba. Después se fue corriendo hacia la casa de su hermano, se lo contó todo y mientras se lo tomaba, se puso bien; dos horas tardaron en hacerle efecto los medicamentos, el tiempo que estuvo con su hermana.
Como ya se encontraba mejor y su hermana estaba muy asustada, la acompañó a casa y allí se lo contó a su madre que no salía de su asombro; el lobo iba muchos días a la casa a buscar la comida que su madre le dejaba a la puerta.
Desde entonces cada vez que Caperucita amarilla o alguno de su familia corría peligro, el lobo les salvaba.
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