Había una vez un niño llamado Juan que creía que tenía los peores padres del mundo. Juan se pasaba todos los días en su habitación jugando con lo que podía.
Un día jugando con un balón se tropezó y se dio un golpe en la cabeza. Empezó a marearse y sin darse cuenta se durmió. Al despertarse se encontró en una ciudad del futuro, en una ciudad en la que no usaban coches sino naves ecológicas y todas las casas eran una especie de rascacielos. Juan se fue a visitar toda la ciudad, por la noche se dio cuenta de que no estaban sus padres, y se puso a llorar en una esquina. Pasó la noche, la mañana, la tarde y cuando estaba a punto de pasar un día, se dio la vuelta. ¡Qué sorpresa! Estaban en casa, se dio cuenta de que lo más importante era la familia.
Un día jugando con un balón se tropezó y se dio un golpe en la cabeza. Empezó a marearse y sin darse cuenta se durmió. Al despertarse se encontró en una ciudad del futuro, en una ciudad en la que no usaban coches sino naves ecológicas y todas las casas eran una especie de rascacielos. Juan se fue a visitar toda la ciudad, por la noche se dio cuenta de que no estaban sus padres, y se puso a llorar en una esquina. Pasó la noche, la mañana, la tarde y cuando estaba a punto de pasar un día, se dio la vuelta. ¡Qué sorpresa! Estaban en casa, se dio cuenta de que lo más importante era la familia.
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