El señor Félix es un anciano de 82 años. Desde hace unos años viv
e en la ciudad, pero toda su vida la había pasado en su pueblo.
En estos momentos se dedica a estar con su esposa, sus hijos y sus nietos.
Con quien mejor se lo pasa es con sus nietos, pues a ellos les cuenta sus experiencias de cuando era joven.
A sus nietos más pequeños les gusta oír las historias de su abuelo, la que más les gusta es cuando el abuelo Félix que se dedicaba a hacer carros de madera para que los bueyes hicieran el trabajo del campo.
Félix les contaba que en sus tiempos nadie del pueblo tenía coche y que el medio de transporte más rápido era la bicicleta.
Cuando necesitaba alguna pieza especial para construir un carro tenía que ir a la ciudad. Desde su pueblo a la ciudad había 80 km por unas carreteras en muy malas condiciones y con muchos baches.
Tardaba mucho, un día en ir y otro en volver, pues la bici era vieja y pesada; como no tenía dinero para ir a un hotel iba a casa de algún conocido del pueblo, allí le daban comida y cama. Al día siguiente compraba la pieza necesaria y volvía al pueblo.
El abuelo mira a sus nietos emocionado, pues los niños escuchan las experiencias del abuelo atentamente.
El abuelo suspira: “fue muy dura la vida la vida en el pueblo, pero hoy estoy orgulloso de poder contar a mis nietos estas aventuras.

En estos momentos se dedica a estar con su esposa, sus hijos y sus nietos.
Con quien mejor se lo pasa es con sus nietos, pues a ellos les cuenta sus experiencias de cuando era joven.
A sus nietos más pequeños les gusta oír las historias de su abuelo, la que más les gusta es cuando el abuelo Félix que se dedicaba a hacer carros de madera para que los bueyes hicieran el trabajo del campo.
Félix les contaba que en sus tiempos nadie del pueblo tenía coche y que el medio de transporte más rápido era la bicicleta.
Cuando necesitaba alguna pieza especial para construir un carro tenía que ir a la ciudad. Desde su pueblo a la ciudad había 80 km por unas carreteras en muy malas condiciones y con muchos baches.
Tardaba mucho, un día en ir y otro en volver, pues la bici era vieja y pesada; como no tenía dinero para ir a un hotel iba a casa de algún conocido del pueblo, allí le daban comida y cama. Al día siguiente compraba la pieza necesaria y volvía al pueblo.
El abuelo mira a sus nietos emocionado, pues los niños escuchan las experiencias del abuelo atentamente.
El abuelo suspira: “fue muy dura la vida la vida en el pueblo, pero hoy estoy orgulloso de poder contar a mis nietos estas aventuras.
Samuel me ha encantado tu cuento sabre el abuelo, porque es lo que hacen todos los abuelos.
ResponderEliminarSamuel, un cuento muy bonito y con mucho sentimiento.
ResponderEliminar!Felicidades!
Carmen