Volverán las tímidas niñas
en tu calle sus vestidos a colgar,
y, otro día, con la comba a su puerta
jugando llamarán;
pero aquéllas que el juego refrenaban
tu hermosura y mi tristeza al contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestras canciones...
ésas... ¡no volverán!
Volverán las rojas amapolas
de tu campo las colinas a escalar,
y otro día al amanecer, aún más hermosas,
sus capullos se abrirán;
pero aquéllas, cuajadas de maleza,
cuyos pétalos mirábamos temblar
y caer, como hojas del viento...
ésas... ¡no volverán!
Volverán del clamor en tus campanas
las notas ardientes a sonar;
tu pensamiento, de su profundo sueño
tal vez despertará;
pero mudo y absorto y de puntillas,
como se adora al Rey ante su trono,
como yo te he querido..., desengáñate:
¡así no te querrán!
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