martes, 13 de enero de 2009

La tienda de turrón

Érase que se era, en un frío pueblo del norte de Galicia, había una tienda sólo de turrón. Tenía turrones de todas clases: duros, blandos, con almendras, con nueces, con avellanas, con nueces y avellanas, con almendras y nueces… Todos riquísimos y artesanos hechos por Margarita. Una señora que desde pequeñita se interesó por la cocina más bien por la repostería y por eso, ahora de mayor se dedica a lo que más la gusta, EL TURRON. Lo elaboraba cuidadosamente, en el horno y con los frutos secos de los árboles que había en el pueblo. No es que tuviese mucho dinero que digamos, porque la tienda no daba mucho de sí. Vender, vendía, pero solamente a los habitantes del pueblo, que la decían que el turrón era excelente y la animaban mucho, aunque alguna vez pasaba a almorzar por ahí algún senderista. Lo mejor era la Navidad en el pueblo porque iban todos a la tienda de turrón, cantaban villancicos, bailaban y comían el turrón de Margarita. Se encontraban muy a gusto juntos.
Un día se la ocurrió que para vender más turrón podía ir a la feria de Vigo, que se iba a celebrar a la semana siguiente. Después de siete días se marchó, pidió un puesto, colocó su variedad de turrones, lo puso todo a punto y… se inauguró la feria. Margarita, acostumbrada a los precios del pueblo no se dio cuenta y en ese mismo día vendió todo el turrón. Tuvo que ir al pueblo y hacer más. Al día siguiente la gente que había comprado el turrón, volvió para comprar más y la felicitaban: ¡Qué rico está! ¡Es muy bueno!, la preguntaban que de dónde venía, cómo lo hacía, dónde estaba su tienda… las personas que no lo habían probado también se aproximaron a comprar “El turrón de Margarita”, que en aquella semana, hasta que se clausuró la feria, triunfó en todo Vigo.
Volvió al pueblo, los habitantes se alegraron mucho de su regreso. Margarita les contó lo sucedido, el éxito que tuvo su turrón en la feria y la dieron la enhorabuena.
Llegó la época de Navidad, la tienda de Margarita rebosaba de gente. La señora se encontraba muy feliz, porque vino gente de Vigo para comprar turrón y para saludarla. Los habitantes del pueblo se hicieron muy amigos de los de Vigo, al compartir esas Navidades con ellos. Y allí, Margarita agradeció su apoyo a todos, y les anunció que estas Navidades lanzaría al mercado sus turrones, con algún pequeño cambio y envueltos con la marca “Margarita” (hay un ejemplo abajo del turrón artesano de almendras) que después se harían muy conocidos. Todos, juntos, compartieron, rieron, cantaron, bailaron, hablaron, comieron turrón… en esas Navidades que fueron espectaculares y las mejores para Margarita, que la vino a la cabeza el pensamiento de lo mal que se encontraría si toda esa gente que estaba en su tienda no estuviese con ella, o que no les hubiese conocido. Después, ganó más dinero con las ventas de los turrones, pero eso no la sirvió, ni mucho menos, para alejarse de los suyos. Seguía yendo todos los años a
la feria de Vigo. Y todos, en la estupenda fecha de Navidad se reencontraban cada año con nuevas noticias, nuevos turrones… en la tienda de turrón de Margarita que vivió feliz con todos sus amigos y haciendo lo que más la gustaba, el turrón, ese dulce tan característico de las Navidades, que nosotros comemos cada año en nuestras casas, junto a nuestra familia, y que a Margarita la sirvió para darse cuenta de la importancia que tenía “LA AMISTAD”.

1 comentario:

  1. Ángela, escribes muy bien los cuentos. Pero sobre todo, el contenido que tienen de fondo, como éste que es precioso sobre la amistad.

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