Un día de otoño, el topo pensó que podía salir a tomar un poco el aire, puesto que trabajaba todo el rato bajo tierra. Salió y empezó a andar difícilmente porque el suelo estaba lleno de hojas, muy mojado de las lluvias del otoño y él era completamente ciego.
De repente, el topo tropezó con un palo y cayó a un charco de barro. Un conejo que pasaba por allí y vio al pobre topo caerse, fue inmediatamente a socorrerle. Le ayudó a salir del charco y le llevó a su túnel. El topo estaba muy agradecido, seguramente que sin él no habría conseguido salir del charco de barro.
Varios días después, el topo estaba tranquilamente trabajando en su túnel cuando, con su fino sentido del oído, oyó un disparo de escopeta. Salió rápido del túnel a avisar a su amigo el conejo de que tuviese cuidado. Éste supo que el conejo estaba detrás suyo porque escuchó su voz, pero también sabía que el cazador se acercaba paso a paso y que iba cargando su escopeta. Sin dudarlo un solo momento, el topo corrió decidido hacia el cazador, subió por debajo de sus pantalones hasta la pantorrilla y le mordió. El cazador pegó un salto y el topo salió de los pantalones. El cazador echó a correr y no volvió.
El topo se sintió muy satisfecho porque había podido devolverle el favor a su amigo el conejo.
El conejo le agradeció al topo que le hubiese salvado y se fueron los dos contentos a merendar.
MORALEJA: Trata siempre de ayudar a quienes lo necesitan.
De repente, el topo tropezó con un palo y cayó a un charco de barro. Un conejo que pasaba por allí y vio al pobre topo caerse, fue inmediatamente a socorrerle. Le ayudó a salir del charco y le llevó a su túnel. El topo estaba muy agradecido, seguramente que sin él no habría conseguido salir del charco de barro.
Varios días después, el topo estaba tranquilamente trabajando en su túnel cuando, con su fino sentido del oído, oyó un disparo de escopeta. Salió rápido del túnel a avisar a su amigo el conejo de que tuviese cuidado. Éste supo que el conejo estaba detrás suyo porque escuchó su voz, pero también sabía que el cazador se acercaba paso a paso y que iba cargando su escopeta. Sin dudarlo un solo momento, el topo corrió decidido hacia el cazador, subió por debajo de sus pantalones hasta la pantorrilla y le mordió. El cazador pegó un salto y el topo salió de los pantalones. El cazador echó a correr y no volvió.
El topo se sintió muy satisfecho porque había podido devolverle el favor a su amigo el conejo.
El conejo le agradeció al topo que le hubiese salvado y se fueron los dos contentos a merendar.
MORALEJA: Trata siempre de ayudar a quienes lo necesitan.
Ángela, ¡qué gusto da leer tus trabajos!
ResponderEliminarPrecioso el diseño que lo acompaña.
Bonito cuento,y fantástico dibujo,como siempre,lleno de color y de humor.Muy buen trabajo, no dejes nunca de escribir ni de pintar.
ResponderEliminarPor cierto, ¿Y la firma en el dibujo?
Blanca