miércoles, 2 de febrero de 2011

La piedra sagrada

Érase una vez una ciudad invisible, suspendida en el aire llamada Neópolis.
Sus habitantes los neopolitas tenían un aspecto muy peculiar. Tenían cabeza de águila, cola de mono, y cuerpo de humano y tenían alas con las que se desplazaban de un sitio a otro.
Para que Neópolis fuese invisible, la ciudad tenía una piedra sagrada roja que se encontraba en el santuario más importante de Neópolis.
Un día el guardián del santuario donde se guardaba la piedra sagrada entró al santuario y vio que no estaba la piedra en su fuente y dio la voz de alarma al resto de la ciudad y dijo:
-¡Nos han robado la piedra sagrada!
Y justo en ese momento se calló la ciudad y se volvió visible.
Y dijo el jefe de los neopolitas:
-¡Seguro que han sido esos malvados del pueblo de al lado! ¡Los teopolitas querrán hacerse invisibles pero no podrán porque no tienen el agua mágica que está en la fuente sagrada!
Los teopolitas llegaron a su ciudad Teópolis, pusieron la piedra sagrada en su santuario, los teopolitas creyendo que la ciudad se había vuelto invisible y estaba suspendida en el aire salieron fuera de la ciudad pero vieron que no se había vuelto invisible ni estaba suspendida en el aire y dijeron:
-¡Pero qué pasa aquí! ¿Por qué no funciona la piedra sagrada?
En ese momento llegaron los neopolitas, le quitaron la piedra sagrada y le dijo el rey neospolita a los teopolitas:
-Yo te diré por qué no funciona, necesita el agua sagrada, que está en la fuente de mi pueblo.
Los neopolitas se fueron a Neópolis e hicieron un festín por haber recuperado la piedra sagrada.

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