domingo, 6 de febrero de 2011

Andrés y la ciudad submarina


Andrés es un muchacho de doce años, alto, ágil, trabajador, simpático, optimista…
Una mañana, cuando se despertó, notó que el lugar que le rodeaba era extraño y desconocido.
Se levantó y observó detenidamente la habitación donde se encontraba. Se dio cuenta de que había bastantes objetos marinos.
Cuando salió a la calle, se percató de que estaba en un mundo sumergido.
Poco después, vio a las personas que habitaban allí: eran personas normales y corrientes, un poco bajas, tenían las orejas muy pequeñas y de una manera muy particular… Sus cuellos parecían muy largos. Se llamaban acuanautas.
Como Andrés no sabía qué hacía allí, le pareció bien visitar a las autoridades para que le informasen.
Andrés llegó a una mansión grande con jardines y fuentes.
Distinguió a un montón de personas importantes. Al fondo se encontraba el Alcalde.
Andrés se acercó y le dijo:
-Podría explicarme qué hago yo aquí.
-Estás aquí porque tienes que salvarnos de una invasión de peces espada. Por favor, ayúdanos.
-Pero… si yo… yo… no sé si podré hacerlo, soy sólo uno, no tengo armas y no puedo respirar bajo el agua…
-Toma estas perlas. Debes masticarlas de una en una. Serían peligrosas muchas juntas. Te protegerán de la alta presión del agua y te proporcionarán oxígeno.
Te daré a mi caballo de mar, Blackjack. Puedes hablar con él, te entenderá.
También te entregaré un tridente y una espada, pero no es una espada cualquiera.
Encontrarás a Blackjack, la espada y el tridente en el estanque.
-Está bien…Pero, ¿por qué tengo que hacerlo yo?
-Eres el hijo del Rey del mar.
Montado en su corcel se dirigió al lugar de la batalla. Era una lucha muy desigual, a favor de los peces espada.
En un momento determinado, él sacó una perla y se la comió.
Intrigados, los animales acuáticos, le preguntaron que qué era eso.
Él dijo que era una perla de la fuerza.
Ellos le obligaron a que les diera todas las perlas a cambio de su vida y la de los acuanautas.
Los peces iban engullendo las perlas y, mientras, ascendiendo hacia la superficie sin darse cuenta.
Sus esfuerzos por intentar bajar eran en vano y lentamente se iban alejando del lugar.
A la mañana siguiente, al despertarse de nuevo en su casa, Andrés vio unas perlas sobre la mesilla. Para él fue un misterio saber si era sueño o realidad.
Aprendió que la astucia y la inteligencia son mejores que la fuerza.

4 comentarios:

  1. Samu me ha gustado mucho ta cuento de Andrés y la ciudad submarina.

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  2. ¡Qué chulo, Samuel!, me ha gustado mucho. Sigue así.

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  3. Samuel. El cuento muy bonito, pero el dibujo me ha impresionado, es genial ¡Felicidades!


    Carmen.

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  4. Gracias, es agradable que te valoren los trabajos que has hecho.
    Me gusta que veais cosas positivas en mi cuento.

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