viernes, 18 de febrero de 2011

David y la ciudad Plasma

Érase una vez un niño llamado David. Un día, encontró un aparato con un botón rojo y uno azul. David tuvo curiosidad por el aparato, pero, su padre le cogió el aparato y dijo:
-David, no toques eso.
-¿Qué es, papá?
-Es un aparato que he construido para transportar personas y animales. Pero no lo he probado. Ahora me iba a la tienda de animales a comprar un hámster.
El padre se fue y David usó el aparato y se tele-transportó a un videojuego. El chaval no se creía lo que estaba pasando, pero un grupo de animales le dijo dónde estaba: en la Ciudad Plasma. David se lo pasó muy bien aunque cuando se dio cuenta de la hora, ya era tarde.
La ciudad estaba destruida y había una sombra gigante que estaba atacando a los ciudadanos. David vio una espada y un escudo e intentó luchar contra la sombra gigante. Ella disparó bolas negras y al caer al suelo se transformaron en monstruos muy pequeños. David con la espada les atacó y al darles tres veces desaparecieron. El niño, con la espada, dio a la sombra gigante tres veces, pero no desaparecía, entonces la sombra le atacó y le mandó muy lejos…
Al volar vio dos montañas y supo que el camino iba a ser muy largo y que iba a tardar un montón para llegar a la ciudad.
Su padre llegó a casa y David le oyó. Intentó llamarle, pero no le oía. Su padre envió al hámster que había comprado al videojuego.
En el videojuego, el animal era gigante y David pensó:
-Me podría montar encima del hámster para que me llevara a la ciudad.
Seguía estando la sombra en la ciudad y David le lanzó comida para que el hámster le atacara.
Al final, David consiguió vencer a la sombra, y de repente, salió del juego sin casi darse cuenta.
Su padre le preguntó dónde había estado y David le contestó que había tenido una aventura “movidita”.

1 comentario:

  1. Iván:

    Precioso, que imaginación tienes tan poderosa, sigue así.

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