lunes, 8 de diciembre de 2008

El perro y la hormiga

Érase una vez un perro que vivía en la casa de su amo, le lavaban, le daban de comer siempre que lo deseaba y cuando quería, también era amigo de una hormiga que estaba todo el año trabajando para que en invierno no se muriera de hambre. El perro que era un gamberro de cuidado y se pasaba el día diciendo: ¡Jajajaja no vives con hilera de hormigas! ¡Tienes que trabajar para conseguir un poco de comida, y yo nada de nada!
Pero un día se enteró de que su país estaba en crisis y su amo le dijo que lo de la comida a todas las horas y cuando él quisiera, de eso ya nada, ahora tenía solo cuatro: desayuno, comida, merienda y cena.
Esto no le sentó demasiado bien al perro porque ya no tenía tantas razones para reírse de la hormiga a la que obviamente, no le afectaba la crisis. Pero ésta no era tan cruel como el perro y no se reía, ella seguía con su trabajo sin desconcentrarse.
En cosa de un mes, la crisis era súper grande y los amos pensaban en vender al perro porque no le podían alimentar. Esto nunca se lo hubiera imaginado el can, sin embargo sí era cierto para desesperación del perro.
Finalmente decidieron que se le quedaban pero debería comer muy poco, la hormiga ya le empezaba a recriminar que, o buscaba un poco de comida por la casa aunque sólo fuera eso como hacía ella o terminaría muriendo de hambre.
El perro se lo tomó a cachondeo porque no estaba dispuesto era a buscar comida por la casa como si fuera un vagabundo mal alimentado, y la verdad es que hace dos meses se creía el mejor perro que existía en el planeta.
Llegó el invierno y con él la crisis creció, que si los Reyes Magos, que si las meriendas de fin de año, que si no sé qué, que si no sé cuántos. El perro se estaba quedando en los huesos porque no quería ir a buscar comida, ni siquiera esforzarse para que, a través de él su amo pudiera ganar un poco más de dinero, y con eso alimentarse mejor. Pero no, él prefería eso, estar tirado por cualquier lado de la casa porque sin comida no tenía fuerza, antes que esforzarse un poquito y ponerse las botas de comida todos los días como la hormiga.
Pasó un año y finalmente el perro murió de hambre por la escasez de dinero de su amo y la hormiga vivió mucho hasta que la edad le hizo morir como a todas las personas y animales.
MORALEJA: Sin sufrimiento no se consigue nada más que la muerte.

1 comentario:

  1. Bruno ¡qué consciente eres de la crisis económica que tenemos los españoles!
    Me parece genial que hagas composiciones fotográficas con GIMP como la del diseño de este cuento. Te ha quedado muy bien.

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