Queridos lectores, os voy a contar una aventura de Alejandro. Este niño era moreno, con el pelo rizado, los ojos castaños y su tez morena. Era amable y compartía todo lo que tenía. Con sus ojos avispados y alegres hacía feliz a cualquiera cuando le miraba. Cuando le mirabas veías siempre una sonrisa adornando su dulce cara. Aunque no era raro puesto que toda su tribu era de cualidades similares. Y es que Alejandro era de un poblado africano.
Todos los días iba a los trigales a recoger algo de trigo. Pero eso era antes de que llegaran los misioneros. Éstos fundaron una escuela.
Iba a ser la Navidad y esperaba impaciente aquellos días que en otra época eran unos días más en la vida de Alejandro.
Este niño era muy curioso y podía conseguir enterarse de una historia entera sólo oyendo un rumor.
La noche de Nochebuena, Alejandro oyó hablar de una piedra mágica, y la fue a buscar. La encontró en los trigales. Cuando fue a entrar en el poblado, desapareció y se encontró en la casa de un niño comiendo pavo que le invitó a comer.
Alejandro aceptó. El niño se llamaba Javier y le contó muchas cosas sobre la gente de España. Y viceversa. Alejandro le contó cosas sobre África. Se hicieron tan amigos que todas las navidades las pasan juntos con la piedra preciosa.
Nazaret, está bien que nos acordemos de los que menos tienen y queramos compartir aunque sólo sea una sonrisa.
ResponderEliminar¡Bonito el cuento! El comienzo parece de una escritora profesional...