
A él por una parte le gustaba porque quería ver y comprarlos. Pero por otra no le gustaba porque tendría que pagarlos él.
Se levantó a las nueve treinta con mucha esperanza de que habría nevado. Y no falló. Había nevado tanto que la nieve llegaba hasta sus rodillas. Ardwik desayunó rápidamente para salir y tirarse bolas o hacer un muñeco de nieve con su hermano Jack. Se tiraron bolas hasta hartarse. Luego se fueron a comer unas lentejas y una platusa para entrar en calor. Y de postre un zumo de naranjas con vitaminas.
A las cinco en punto se fueron al Toys'rus a comprar los regalos. Cuando entró vio un montón: coches teledirigidos, balones, playmobils, ropa, instrumentos musicales... Pero él tenía claro lo que quería: El Pro Evolution Scorer 9. Lo vieron en la parte de los videojuegos. Lo compró por 70 €. Al salir del supermercado vio a un niño vagabundo que le dio pena y decidió que pasaría el fin de semana con él y probar el nuevo juego. Al recordar esto, le vino a la cabeza que valía la pena pasar la Navidad con los que no la pueden celebrar.
Raúl, ¡qué bonito es compartir!
ResponderEliminarDebemos ser menos consumistas y acordarnos más de los que no tienen lo necesario para vivir.
Tu cuento tiene un bonito final. Expresas buenos sentimientos.