Éranse una vez tres niñas llamadas Paula, Clara y Carolina.
Las encantaría tener una aventura de verdad como en los dibujos animados pero no habían tenido ninguna porque sus padres no querían que se metieran en líos...
Un día que se habían quedado con su abuela, José Luisa, la contaron su deseo de tener la mejor experiencia del mundo: una aventura.
Su abuela dijo que las contaría un cuento para animarlas...
Y aquí empieza nuestra verdadera historia:
Había una vez un niño llamado Caillou y su amigo Pochocho.
Ellos dos eran muy aburridos y nunca hacían nada...
Un buen día estaban solos en casa jugando al ajedrez y de repente vieron una luz resplandeciente que estaba dando vueltas a su alrededor.
Cuando ellos la miraron se fue hacia el sótano volando. Pochocho dijo que era mejor seguirla. La siguieron. Cuando la luz resplandeciente paró estaba en el garaje, ellos también pararon, la luz traspasó el baúl de tía Elena y Caillou abrió el baúl para meterse pero Pochocho no estaba seguro de si se metía o no, al final Caillou le convenció.
Cayeron en... ¡Una cama! ¿Dónde estarían?
De repente la luz se convirtió en la chica más guapa que habían visto nunca.
Ella les contó que estaban en la ciudad encantada donde podían hacer todo lo que quisieran. Ellos pidieron a Raquel (que era como se llamaba la chica) que les dieran un par de camas y dos batidos de chocolate .Pero Raquel les dijo que no porque les había traído aquí para solucionar su problema. Los dos a la vez preguntaron que cuál era su problema; ella contestó que eran los más aburridos del mundo y que con su ayuda lo iban a solucionar.
Raquel les llevó a su casa. Cuando llegaron vieron objetos que no habían visto nunca como un estuche que te hacía los deberes y una mochila que sabía andar sola.
El plan de Raquel era que les presentaría al panda que manda que les transmitiría el espíritu de la aventura.
La casa del panda que manda estaba en la otra punta de la ciudad encantada.
Cuando entraron en la casa se quedaron impresionados, había miles de fotos con un panda gordinflón con gafas y con pinta de listillo.
Raquel dijo que se quedaran ahí esperando. Mientras esperaban admiraron todas esas fotos una estaba en Rusia, otra en París, otra en Brasil...
¡Cómo puede un panda ir a todos esos sitios sin que le vean!
Cuando estaban mirando la foto en la que estaba en Londres, el panda apareció en medio de la sala como si hubiera aparecido de la nada.
El panda dijo que se llamaba miramequeguapoestoy pero todos le llamaban el panda que manda.
Les dijo que si estaban todo el día jugando a los videojuegos iban a perder muchos conocimientos que ya tenían. ¡Qué tenían que jugar a más cosas, tener más aventuras!
Luego les dijo que si iban con él a su jardín volverían a su mundo, pero que antes por portarse tan bien les iba a dar un batido de chocolate.
Raquel y miramequeguapoestoy pusieron en el batido unas pastillas que te metían el espíritu de la aventura.
Y cuando volvieron a casa cada vez eran más traviesos y cada vez querían más aventuras.
Y ésta es nuestra maravillosa historia –dijo la abuela a Clara, Paula, y Carolina.
Las encantaría tener una aventura de verdad como en los dibujos animados pero no habían tenido ninguna porque sus padres no querían que se metieran en líos...
Un día que se habían quedado con su abuela, José Luisa, la contaron su deseo de tener la mejor experiencia del mundo: una aventura.
Su abuela dijo que las contaría un cuento para animarlas...
Y aquí empieza nuestra verdadera historia:
Había una vez un niño llamado Caillou y su amigo Pochocho.
Ellos dos eran muy aburridos y nunca hacían nada...
Un buen día estaban solos en casa jugando al ajedrez y de repente vieron una luz resplandeciente que estaba dando vueltas a su alrededor.
Cuando ellos la miraron se fue hacia el sótano volando. Pochocho dijo que era mejor seguirla. La siguieron. Cuando la luz resplandeciente paró estaba en el garaje, ellos también pararon, la luz traspasó el baúl de tía Elena y Caillou abrió el baúl para meterse pero Pochocho no estaba seguro de si se metía o no, al final Caillou le convenció.
Cayeron en... ¡Una cama! ¿Dónde estarían?
De repente la luz se convirtió en la chica más guapa que habían visto nunca.
Ella les contó que estaban en la ciudad encantada donde podían hacer todo lo que quisieran. Ellos pidieron a Raquel (que era como se llamaba la chica) que les dieran un par de camas y dos batidos de chocolate .Pero Raquel les dijo que no porque les había traído aquí para solucionar su problema. Los dos a la vez preguntaron que cuál era su problema; ella contestó que eran los más aburridos del mundo y que con su ayuda lo iban a solucionar.
Raquel les llevó a su casa. Cuando llegaron vieron objetos que no habían visto nunca como un estuche que te hacía los deberes y una mochila que sabía andar sola.
El plan de Raquel era que les presentaría al panda que manda que les transmitiría el espíritu de la aventura.
La casa del panda que manda estaba en la otra punta de la ciudad encantada.
Cuando entraron en la casa se quedaron impresionados, había miles de fotos con un panda gordinflón con gafas y con pinta de listillo.
Raquel dijo que se quedaran ahí esperando. Mientras esperaban admiraron todas esas fotos una estaba en Rusia, otra en París, otra en Brasil...
¡Cómo puede un panda ir a todos esos sitios sin que le vean!
Cuando estaban mirando la foto en la que estaba en Londres, el panda apareció en medio de la sala como si hubiera aparecido de la nada.
El panda dijo que se llamaba miramequeguapoestoy pero todos le llamaban el panda que manda.
Les dijo que si estaban todo el día jugando a los videojuegos iban a perder muchos conocimientos que ya tenían. ¡Qué tenían que jugar a más cosas, tener más aventuras!
Luego les dijo que si iban con él a su jardín volverían a su mundo, pero que antes por portarse tan bien les iba a dar un batido de chocolate.
Raquel y miramequeguapoestoy pusieron en el batido unas pastillas que te metían el espíritu de la aventura.
Y cuando volvieron a casa cada vez eran más traviesos y cada vez querían más aventuras.
Y ésta es nuestra maravillosa historia –dijo la abuela a Clara, Paula, y Carolina.
PAULA. Muy bonito este cuento, ¡cuanta imaginación! Que bueno es tener toda la imaginación que tú, tienes.
ResponderEliminarCarmen.