sábado, 29 de noviembre de 2008

El niño rico

Érase una vez un niño que sus padres eran muy ricos, y cada cosa que él quería se la compraban, y eso que había algunas que todavía no había estrenado.
Y no solo eso, sino que cuando había algo que ya no quería, sus padres le decían que se la diera a los pobres, pero él “r que r”, se empeñaba en que era suyo y nunca había manera. Ya con 12 años se encontró con un grave problema: ¡Qué pedía para Reyes! Ya lo tenía todo, no le faltaba nada de nada, ni las cosas de las niñas ni de bebés…
Entonces tuvo que buscar mucho y vio tres o cuatro cosas. Lo malo fue que sus padres le dijeron que los Reyes Magos no vendrían si no daba algún regalo a los niños pobres.
Para sorpresa de los padres el niño cedió. Se fue a su sala de juegos y allí cogió más de ochenta. Les dijo a sus papás: si doy mis juguetes primero tengo que ver a quién se los doy. Sus padres le dijeron que estaban de acuerdo, irían a La República de Burundi, el país más pobre del mundo, está situado en África occidental, allí trabajan casi doce horas para ganarse un mendrugo de pan sin miga.
El niño muy conmovido por lo del pan no se lo pensó dos veces y les dijo a sus padres que estaría encantado de ir allí y conocer a los niños de los que tanto hablan que son muy majos, pero no tienen nada que aprender ni juguetes para divertirse un rato, y su amigos son los del trabajo.
Pasados tres días ya estaban allí, y el niño como se conmovió con la charla de sus padres, llevó exactamente ciento dos juguetes que ya no quería y los fue dando a los niños que iba conociendo; no sólo se lo pasaba fenomenal sino que, hacía amigos con los que jugaba por ultima vez con sus ex juguetes.
Allí no faltaba mucho para elegir al misionero del año ya que estaban a 28 de diciembre. Pero claro, el niño rico lo que no sabía es que él estaba entre los candidatos, y mucho menos que todos los niños votaran. Para sorpresa el día 31 se dieron los resultados. El premio era dinero, aunque no una gran cantidad. Y el campeón fue él, como sabía que todo el dinero que quisiera lo tendría si se lo pedía a sus padres, a los pocos niños que se quedaron sin juguetes les dio una pequeña cantidad de dinero para que se compraran algunos.
Ya el día 4 de enero llegaron a Alemania, su país. El día 6 vinieron los Reyes Magos y a este niño le trajeron todos los juguetes que pidió más alguno que quería, pero no lo puso en la carta porque se le olvidó y le daban pena los pobres que no iban a tener nada.
Desde entonces todos los años en vísperas de los Reyes Magos se va a alguna ciudad muy muy pobre para dar sus juguetes viejos o que ya no quiere, en casi todos gana el premio al mejor misionero pero cuando no lo consigue le da igual. El próximo año lo volverá a intentar.

1 comentario:

  1. Bruno, un cuento con un bonito contenido solidario. Tenemos que ser conscientes de valorar lo que tenemos y de acordarnos de los más necesitados; nuestro pequeño granito de arena es muy importante aunque no lo parezca. ¡Ah! y durante todo el año, no sólo en la Navidad ¿estás de acuerdo?

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