Érase una vez un niño alto, con las manos pequeñitas y de pelo moreno que tenía quince años, se llamaba Marcos. Vivía en el país de los elfos (los ayudantes de Papá Noel), pero no había nacido allí. Había nacido en Suiza, aunque no había estado en esa ciudad ni siquiera un mes porque, cuando era bebé, sus padres le dejaron en una puerta de una casa, y antes de que abriera el dueño, le cogió un elfo y se le llevó a su país.
Llegaba la Navidad, una época para los elfos de mucho trabajo porque tenían que leer todas las cartas, comprar todos los regalos y envolverlos sin ningún fallo. Y esto lo tenían que hacer con todas las personas del mundo. Era uno de noviembre, faltaba un mes y veinticuatro días para que su jefe, Papá Noel, repartiese los regalos. Marcos se levantó con muchas ganas de empezar a comprar los obsequios, pero lo primero que hacía era dar los buenos días a Papá Noel.
-Hola Noel – que así es como le llamaba Marcos- ¿qué tengo que hacer hoy?
-Comprar los regalos, pero cuidado, corre el rumor de que alguien quiere fastidiar esta Navidad.
Marcos fue a comprar las ofrendas y volvió, junto a dos elfos, con todos los presentes. Al día siguiente todos los elfos y elfas del país estaban envolviéndolos. Acabaron de preparar todos en un mes.
Cuando sólo faltaban cuatro días para que Papá Noel repartiese los regalos pasó algo terrible. Esa noche entró Silver Plate al taller y, con sus siete acompañantes… ¡se llevó todos los obsequios! A la mañana siguiente todos se pusieron muy tristes al ver que todos los regalos habían desaparecido.
-¡Dónde están los donativos! – decía enfadado Papá Noel.
Nadie le contestaba. Mandaron a la policía de los elfos a buscar al ladrón. Éstos encontraron la guarida de Silver con todos ellos. Pero secuestraron a los policías.
Papá Noel se enteró dónde estaba la guarida por un vídeo que salió en el telediario. Mandó a Marcos a por los regalos. El niño entró en el escondite del villano y, como un superhéroe rescató a los policías y se llevó todos los regalos. Volvió al país de los elfos. Papá Noel al ver que llevaba todos los paquetes se puso muy contento y nombró a Marcos Vicepapanoel. Y así la noche del veinticinco de diciembre, Papá Noel, dio los regalos a todos los niños y niñas del mundo. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
Llegaba la Navidad, una época para los elfos de mucho trabajo porque tenían que leer todas las cartas, comprar todos los regalos y envolverlos sin ningún fallo. Y esto lo tenían que hacer con todas las personas del mundo. Era uno de noviembre, faltaba un mes y veinticuatro días para que su jefe, Papá Noel, repartiese los regalos. Marcos se levantó con muchas ganas de empezar a comprar los obsequios, pero lo primero que hacía era dar los buenos días a Papá Noel.
-Hola Noel – que así es como le llamaba Marcos- ¿qué tengo que hacer hoy?
-Comprar los regalos, pero cuidado, corre el rumor de que alguien quiere fastidiar esta Navidad.
Marcos fue a comprar las ofrendas y volvió, junto a dos elfos, con todos los presentes. Al día siguiente todos los elfos y elfas del país estaban envolviéndolos. Acabaron de preparar todos en un mes.
Cuando sólo faltaban cuatro días para que Papá Noel repartiese los regalos pasó algo terrible. Esa noche entró Silver Plate al taller y, con sus siete acompañantes… ¡se llevó todos los obsequios! A la mañana siguiente todos se pusieron muy tristes al ver que todos los regalos habían desaparecido.
-¡Dónde están los donativos! – decía enfadado Papá Noel.
Nadie le contestaba. Mandaron a la policía de los elfos a buscar al ladrón. Éstos encontraron la guarida de Silver con todos ellos. Pero secuestraron a los policías.
Papá Noel se enteró dónde estaba la guarida por un vídeo que salió en el telediario. Mandó a Marcos a por los regalos. El niño entró en el escondite del villano y, como un superhéroe rescató a los policías y se llevó todos los regalos. Volvió al país de los elfos. Papá Noel al ver que llevaba todos los paquetes se puso muy contento y nombró a Marcos Vicepapanoel. Y así la noche del veinticinco de diciembre, Papá Noel, dio los regalos a todos los niños y niñas del mundo. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
Adrián, un bonito cuento navideño.
ResponderEliminarLa ilustración es más original cuando la diseñas tú.
¡Sigue participando!