sábado, 12 de mayo de 2012

Autorretrato lector: Pablo Miguel



Cuando yo tenía dos años veía a mis padres leer y yo también quería hacerlo. Por eso cogía un libro y, con los dibujos, me imaginaba la historia y se la contaba a mi madre.
Con cinco años aprendí a leer y escribir, cogía un libro de cuentos y se lo leía a mis padres para practicar, aunque el libro era pequeño y con letras mayúsculas y grandes.
Cuando estaba en primero de Primaria aprendí las minúsculas y por eso aprendí a leer otros libros un poco más grandes y con otros contenidos.
Les preguntaba a mis padres cómo conseguían leer tan rápido y mi padre me decía que primero hay que aprender a leer correctamente y que la rapidez vendrá sola, tanto en la lectura como en la escritura.
En segundo perfeccioné mi lectura y ya en tercero leía con normalidad. ¡Mi sueño de leer con la rapidez de mis padres se había cumplido!
En tercero y cuarto, nuestro profesor, nos mandaba hacer cuentos de las lecciones de “Cono” y luego se las pasábamos a nuestros compañeros para que las leyeran. Con esta práctica desarrollé mucho mi imaginación. ¡Ya empecé a hacer una lectura silenciosa!
Ahora, en quinto, después de hacer la tarea, me siento en el sofá y me pongo a leer un rato.

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