Era una niña que desde pequeña soñaba ser bailarina. Siempre
decía que iba a ser bailarina.
Su madre pensaba que cuando creciera cambiaría de opinión,
pero no fue así. Fue al instituto y decía, quiero ser bailarina. Le decía a su
profesora que quería bailar para todo el colegio y ella la dejaba. Si se caía,
se levantaba, para ella lo más importante era bailar y divertirse.
Le encantaba la música. El 14 de febrero fue la primera vez
que se subía a un escenario con tanta gente, ni una sola butaca estaba vacía;
empezó a bailar con alguna caída. Cuando acabó, empezaron a aplaudir, la dieron
flores y una banda que ponía: para la mejor bailarina.
Siguió bailando y con mucho éxito. Cuando tuvo hijos les
enseñó a bailar. Cuando se hicieron mayores el pequeño siguió bailando, pero el
mayor no, le gustaban más las matemáticas.
El pequeño tuvo igual de éxito que su madre.
María Reoyo
5º A
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