Cuando era pequeño siempre decía que quería ser piloto.
Miraba al cielo y veía pasar aviones, entonces me imaginaba llevando a un
montón de personas por todo el mundo.
Un día, un piloto me dejó entrar en la cabina del avión y
tenía tantos botones que me pareció demasiado difícil.
Pasó el tiempo y pensé que ser aparejador sería bonito.
Me fijaba en casas y edificios y cuando veía obras me encantaba ver cómo
construían por dentro las viviendas.
Ahora he cambiado de opinión, me gustaría ser profesor.
Iré al colegio sin miedo a los exámenes, ni tendré que estar pendiente de las
tareas.
Además me parece muy generoso enseñar a los demás todo lo que sabemos.
David de Domingo
5º A
5º A
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