A la orilla de un lago había una pequeña aldea, en una de las casas vivía un pescador con muy mala suerte porque era el que menos peces cogía. Un día decidió ir al centro del lago. Tiró las redes al agua. Pasó una hora y no picaba ningún pez. De repente una carpa dijo que la soltase porque le hacían daño las redes. El pescador asombrado la soltó.
Cuando éste se iba vio que el pez volvía y le dijo:
- Toma esta red tan pequeña, te la ha mandado mi padre el rey Dragón, te la manda por haberme salvado la vida.
En la red no cabían peces, pero sí perlas y monedas de oro.
El joven pescador supo administrar y emplear con bondad.
Cuando éste se iba vio que el pez volvía y le dijo:
- Toma esta red tan pequeña, te la ha mandado mi padre el rey Dragón, te la manda por haberme salvado la vida.
En la red no cabían peces, pero sí perlas y monedas de oro.
El joven pescador supo administrar y emplear con bondad.
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