Érase una vez en el 2010 un pajarito que vivía en Fuentes Blancas, se llamaba Juanjo y tenía un sueño que no era común en los de su especie: Deseaba conocer mundo. Quería ir a ver la Expo de Zaragoza, la catedral de Burgos, conocer sus morcillas, conocer cómo era la Puerta de Alcalá en Madrid, quería ir a ver la muralla China, la Torre Eiffel en París, ver dónde estaba el muro de Berlín. Donde vivía, sólo había visto toboganes con niños, porque no había salido del parque. Lo que le pasaba al pajarito era que quería salir de ahí, quería ver los monumentos de los que había oído hablar durante toda su vida a las familias que pasaban. Al día siguiente dijo a sus padres:
-Papá, mamá, quiero ir a ver mundo- dijo Juanjo.
-¿Qué?-Dijeron los padres a coro.
-Que quiero ir a ver mundo- dijo de nuevo.
-No puedes ir a ver mundo, los cazadores te dispararían y morirías, ahora vete con tus amigos, dijo el padre. Juanjo se fue; por la noche cogió los útiles que necesitaba, les dejó una nota y se marchó. Por la mañana llegó a la Catedral. ¡Era preciosa! Después por suerte a un niño se le cayó un trozo de morcilla y Juanjo lo cogió, estaba deliciosa. Más tarde se fue a lo alto de un pico de la Catedral donde había un nido deshabitado y pasó allí la moche. A la mañana siguiente se puso en camino hacia Madrid, allí estaban jugando un partido de fútbol en el Santiago Bernabeu, casi le dan con el balón. Llegó a la Puerta de Alcalá donde se encontró con un pájaro guía que le llevó por todo Madrid.
Juanjo comió muy bien, durmió en un hostal para pájaros. Por el día se puso en camino hacia Zaragoza, en Guadalajara se paró para comer un tentempié y llegó a la Expo y se lo pasó de maravilla. Por la tarde se fue a Francia y cuando llegó estaba todo oscuro y en un árbol un pajarito le dejó pasar la noche. Al despertar estaba lloviendo y se tuvo que quedar en el nido, allí se durmió. Cuando despertó ya no llovía y fue a visitar la Torre Eiffel que era muy bonita. Después comió y pasó el día, por la noche se fue de vuelta a Madrid donde durmió.
Ahora quería ir a Benidorm a la playa y al parque de atracciones. Pasó allí cuatro días y después se fue de vuelta a Burgos a Fuentes Blancas donde sus padres al verle le dieron millones de besos y les contó su viaje y dijo que otro día iría con ellos a visitar toda España.
Viajaremos hasta más no poder. Juanjo repitió esto muchísimas veces, eso sí, con sus padres.
-Papá, mamá, quiero ir a ver mundo- dijo Juanjo.
-¿Qué?-Dijeron los padres a coro.
-Que quiero ir a ver mundo- dijo de nuevo.
-No puedes ir a ver mundo, los cazadores te dispararían y morirías, ahora vete con tus amigos, dijo el padre. Juanjo se fue; por la noche cogió los útiles que necesitaba, les dejó una nota y se marchó. Por la mañana llegó a la Catedral. ¡Era preciosa! Después por suerte a un niño se le cayó un trozo de morcilla y Juanjo lo cogió, estaba deliciosa. Más tarde se fue a lo alto de un pico de la Catedral donde había un nido deshabitado y pasó allí la moche. A la mañana siguiente se puso en camino hacia Madrid, allí estaban jugando un partido de fútbol en el Santiago Bernabeu, casi le dan con el balón. Llegó a la Puerta de Alcalá donde se encontró con un pájaro guía que le llevó por todo Madrid.
Juanjo comió muy bien, durmió en un hostal para pájaros. Por el día se puso en camino hacia Zaragoza, en Guadalajara se paró para comer un tentempié y llegó a la Expo y se lo pasó de maravilla. Por la tarde se fue a Francia y cuando llegó estaba todo oscuro y en un árbol un pajarito le dejó pasar la noche. Al despertar estaba lloviendo y se tuvo que quedar en el nido, allí se durmió. Cuando despertó ya no llovía y fue a visitar la Torre Eiffel que era muy bonita. Después comió y pasó el día, por la noche se fue de vuelta a Madrid donde durmió.
Ahora quería ir a Benidorm a la playa y al parque de atracciones. Pasó allí cuatro días y después se fue de vuelta a Burgos a Fuentes Blancas donde sus padres al verle le dieron millones de besos y les contó su viaje y dijo que otro día iría con ellos a visitar toda España.
Viajaremos hasta más no poder. Juanjo repitió esto muchísimas veces, eso sí, con sus padres.
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