Érase una vez un niño que le encantaba saber muchas cosas y ser un explorador. Se llamaba Martín, tenía 12 años y era muy listo.
Él sabía que aprender es importante para el día de mañana.
Pasaron los días y Martín cumplió 13 años. Como regalo de cumpleaños pidió ir a visitar un monumento.
Vivía en Salamanca con su familia. Sus padres se decidieron por la visita al Coliseo de Roma. Cuando llegaron, Martín se sorprendió y le preguntó a su padre:
- ¿Te gusta?
- Sí, es gigantesco.
El guía les explicó que había asientos para 35.000 espectadores y que antiguamente se organizaban luchas de animales y de gladiadores. En la actualidad se encuentra en ruinas a causa de terremotos y de ladrones de piedra.
Martín se quedó con la boca abierta, y cuando se hizo mayor, al acordarse del Coliseo, decidió ser profesor de Historia.
Él sabía que aprender es importante para el día de mañana.
Pasaron los días y Martín cumplió 13 años. Como regalo de cumpleaños pidió ir a visitar un monumento.
Vivía en Salamanca con su familia. Sus padres se decidieron por la visita al Coliseo de Roma. Cuando llegaron, Martín se sorprendió y le preguntó a su padre:
- ¿Te gusta?
- Sí, es gigantesco.
El guía les explicó que había asientos para 35.000 espectadores y que antiguamente se organizaban luchas de animales y de gladiadores. En la actualidad se encuentra en ruinas a causa de terremotos y de ladrones de piedra.
Martín se quedó con la boca abierta, y cuando se hizo mayor, al acordarse del Coliseo, decidió ser profesor de Historia.
Muy interesante, me gusta sobre todo lo del final.
ResponderEliminar¡Que bonito cuento!.Pablo aprovecha a esta profesora que te va ha enseñar mucho.
ResponderEliminarEX-ALUMNA de Julita
ANDREA T
Ignacio a mi tambien me ha gustado mucho el final.
ResponderEliminarUN ABRAZO PABLO