Hace muchos años en una ciudad medieval, en un remoto lugar, llamado Ávila, gobernaba el Rey Alfonso XX. En esa época estaban acabando de construir, la que en tiempos futuros sería su famosa muralla, la muralla de Ávila, para defenderse de los enemigos.
Carlos era un arquero centinela al servicio de su Rey. Se pasaba los días en lo alto de la muralla de lado a lado mirando por si venía algún enemigo hasta que le mandaron a realizar una tarea fuera de su ciudad. Estuvo fuera una semana y al volver se encontró que habían atacado, a través del trozo de muralla que faltaba por terminar. Los Romanos, que eran los enemigos, habían secuestrado a los habitantes de Ávila entre ellos a su padre y a su abuela. Carlos quería salvarlos, pero sabía que si iba sólo, lo matarían. Como conocía muy bien la muralla, sabía que a través de ella había pasadizos secretos. Consiguió llegar a la sala del trono, donde estaba el líder de los Romanos: Julio César. Junto con cinco valientes compañeros, tramaron un plan.
Poco después los Romanos encontraron a su jefe muerto de un flechazo, Carlos lo había matado y sus compañeros liberaron a los campesinos.
Al día siguiente todo el ejército romano buscaba a Calos, que se escondió en los muchos pasillos de la muralla, aguantó hasta que el ejército de Alfonso XX, que estaba luchando en otro lugar, llegó y liberó a Ávila, su muralla y sus habitantes de los invasores romanos.
Carlos era un arquero centinela al servicio de su Rey. Se pasaba los días en lo alto de la muralla de lado a lado mirando por si venía algún enemigo hasta que le mandaron a realizar una tarea fuera de su ciudad. Estuvo fuera una semana y al volver se encontró que habían atacado, a través del trozo de muralla que faltaba por terminar. Los Romanos, que eran los enemigos, habían secuestrado a los habitantes de Ávila entre ellos a su padre y a su abuela. Carlos quería salvarlos, pero sabía que si iba sólo, lo matarían. Como conocía muy bien la muralla, sabía que a través de ella había pasadizos secretos. Consiguió llegar a la sala del trono, donde estaba el líder de los Romanos: Julio César. Junto con cinco valientes compañeros, tramaron un plan.
Poco después los Romanos encontraron a su jefe muerto de un flechazo, Carlos lo había matado y sus compañeros liberaron a los campesinos.
Al día siguiente todo el ejército romano buscaba a Calos, que se escondió en los muchos pasillos de la muralla, aguantó hasta que el ejército de Alfonso XX, que estaba luchando en otro lugar, llegó y liberó a Ávila, su muralla y sus habitantes de los invasores romanos.
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