Era un viernes por la tarde, muy tranquilo.
Mis padres y yo nos fuimos a pasar el puente al gran monumento del Castillo de Burgos. Aún no me he presentado, soy Peña, Luis Peña.
Me encontré con un pequeño ratón y un pajarillo. Cuando se hizo de noche empecé a oír cadenas, como si un dragón me vigilara… parecía que el castillo se movía.
Las puertas no se abrían, me caí por la escalera, estaba muy asustado, entonces abrí la puerta y… allí estaba el fantasma. Me quería coger, pero me escapé.
Era el fantasma de quien construyó el castillo, así que salí hacia afuera. Estaba el dragón, pero era amistoso, tanto que quería hacerse mi amigo; lo pasé muy bien.
El monumento era algo extraño, por el día era aburrido, pero por la noche, muy divertido. Era grande y bonito.
Pero… la amistad es más que todo eso.
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