lunes, 29 de noviembre de 2010

En busca… del Dorado, la ciudad perdida, una ciudad de oro

Raquel y Nicolás son dos hermanos, su padre Javier les cuenta una historia todos los días. Un día les contó una sobre el Dorado.
Pasaron diez años y Nicolás tenía 20 y Raquel 21. Raquel se convirtió en una excelente arqueóloga por descubrir un templo maya y Nicolás por hacer uno de los mejores museos, gracias a su hermana.
Raquel y Nicolás estaban recordando las historias de su padre, una de ellas, la historia del Dorado, una ciudad de oro. Un ayudante de Raquel que era muy avaricioso estaba escuchando el cuento. Ellos sabían que tenían que ser buenos, de corazón puro...
El ayudante que observaba pensó en seguirles y hacerse famoso y rico.

Cuando llegaron donde decía el cuento... se perdieron.
- ¿Dónde estamos?
- No sé, creo que nos hemos perdido.
El ayudante encontró una extraña piedra.
- ¿Qué es esto? Es una piedra muy rara, no entiendo nada.
Al llegar Nicolás y Raquel, el ayudante se escondió y de repente, la piedra se iluminó y se metió en la tierra y aparecieron unas escaleras.
- ¡Oh, mira Raquel, qué raro, tengo un poco de miedo!
Bajaron por ellas, pero Nicolás tropezó y cayó escaleras abajo.
- ¡Uf, por poco me caigo ahí, parece que no hay anda!
Nicolás se apoyó en una inscripción y tembló y la pared se rompió. Cayeron a un río.
- ¡Mira! parece una ciudad - dijo Nicolás.
- Sí, pero no es de oro.
El ayudante se quedó enganchado a una rosa, se desenganchó y tropezó por las escaleras, pero Raquel le cogió la mano y pudo detenerlo.
- Siento haberos utilizado.
- No importa, si no llega a ser por ti esta ciudad todavía seguiría perdida.
Todo el dinero que ganaron lo donaron a excavaciones para hacer el museo de Nicolás. Sin duda, el mérito se lo llevó Julián, el ayudante de Raquel.

1 comentario:

  1. Beltrán: Que historia más bonita, los dibujos están muy bien. ¡Felicidades!

    Carmen.

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