En una pequeña cueva hay una Virgen pequeñita y bonita a la que los asturianos llaman Santiña.
La cueva la descubrió un señor mayor por casualidad, le pareció tan linda que rezó por la salud de su pequeña nieta Silvia, una niña de 4 años que había nacido con un problema grave de salud, y de la cual los médicos les daban pocas esperanzas.
Darío, el abuelo, estaba tan apenado por el estado de salud de su pequeña nieta, que todos los días iba a la cueva para rogar por la salud de la pequeña.
Y un día de primavera sus plegarias se hicieron realidad y Silvia se recuperó de la grave enfermedad que padecía.
Ante el asombro de los médicos, desde entonces todos los años en un día de primavera van a ver a la Santiña.
La cueva la descubrió un señor mayor por casualidad, le pareció tan linda que rezó por la salud de su pequeña nieta Silvia, una niña de 4 años que había nacido con un problema grave de salud, y de la cual los médicos les daban pocas esperanzas.
Darío, el abuelo, estaba tan apenado por el estado de salud de su pequeña nieta, que todos los días iba a la cueva para rogar por la salud de la pequeña.
Y un día de primavera sus plegarias se hicieron realidad y Silvia se recuperó de la grave enfermedad que padecía.
Ante el asombro de los médicos, desde entonces todos los años en un día de primavera van a ver a la Santiña.
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